sábado, 28 de agosto de 2010

Amateurs


Llegan nuevas oportunidades para todos aquellos amantes del lucro; se aproximan las fiestas mayores: eventos cuya singularidad es la ostentación de sus integrantes. Lamentablemente, año tras año, se repite la misma historia, multitud de varones se pasean por las grandes avenidas, tras largos y costosos rituales de apareamiento, orgullosos de sus nuevas adquisiciones: altas, bajas, gruesas, esbeltas, rubias, morenas, pelirrojas…

A modo de analogía podríamos considerar las Fiestas Mayores como un campeonato contra la represión de los instintos naturales, el galardonado se hará con el éxito, la notoriedad, su nombre repicará por todo el pueblo.

Las bases del concurso son, simplemente, la adquisición de un complemento de características singulares con una peculiaridad, la cláusula número 1 que nos indica la no repetición de artículo por año. Se considera ganador aquel que consiga un número mayor de adquisiciones de gran variedad por año transcurrido. El valor de las adquisiciones oscila en función de su exquisitez, singularidad, es decir, su distinción entre la masa. No es lo mismo pasear un Louis Vutton que un Gucci, evidentemente. Por desgracias algunas se quedan en casa dado que su presupuesto no les llega ni para un Tous.


sábado, 17 de julio de 2010

La nouveau discothèque


Falta de oxigeno, dióxido de carbono en demasía, calor, exceso acústico, un sin fin de peculiaridades hacen del trayecto casa-trabajo, trabajo-casa un viaje inolvidable. En ocasiones se produce la pérdida espacial, olvido que me encuentro en el metro y retrocedo a mis años de jovenzuela: personas que se magrean al son de los decibelios que emite el mp3 de algún foráneo (tal vez con buenas intenciones de compartir su musica regge con todos para que apreciamos la calidad del género, aún así, sigo sin entender el porqué de la utilidad de los cascos); individuos que empujan vertiendo el contenido de sus vasos en tus extremidades inferiores (para refrescarte, supongo); aparatos de aire acondicionado que se estropean en horas punta... Jóvenes del mundo por qué gastaros la semanada en lugares lúgubres, teniendo el metro, cuyo coste es mucho más económico que el de los pubs. Disfrutemos de los servicios que nos proporciona el estado: gentío, música, alcohol, calor…


domingo, 4 de julio de 2010

El binarismo domina la faz de la tierra.

Estructura binámicas por aquí, estructuras binámicas por allá, parece ser que los monomios por si solos no estan hechos para esta sociedad, si no encuentras tu medio gajo de naranja, no te dejan ser feliz. Empezando por el supermercado, inmensos paquetes de pasta para dos personas, comida precocinada con dos raciones, yogures lácteos, paquetes de donuts de dos en dos; pasando por la cotideanidad de ir al médico, al gimnasio, a la piscina en las que si no aportas tu binomio te arriesgas a ser juzgado, mal visto; hasta llegar a las incómodas situaciones en las que si quieres ser aceptado en grupos multitudinarios vaya usted de dos en dos al cine, a tomar un café, a cenar, de viaje… En épocas como esta, en las que es díficil hallar un trabajo estable, háganse Celestinas, siempre econtrarán una ingenúa Melibea, objeto de sus artimañas.


x² + y + y = z

x + y + y + y = z

[ (x·) x] ≠ z


Siempre nos cabrá la duda del tipo de relación que establecen los monomios para realizarse como binomios -vamos, la que la sociedad acepta como idílica-, será reciproca, subordinada. En todo caso no saldré de casa vaya a ser que mi monomio discrepe con la idea…

miércoles, 30 de junio de 2010

¡Quiérete!


Tras horas y horas intimidado con mufffies, cookies y chocolate, me dispuse a realizar uno de mis agradables paseos matutinos, con la esperanza de desprenderme de uno de esos odioso quilos de más que nos delatan ante el espejo. Anduve unos dos quilómetros observando escaparates donde prendas tentadoras: bolsos aterciopelados, vestidos glamurosos, bikinis extremados, zapatos de tacón descomunal; sutilmente vociferaban “cómprame, cómprame”. A lo “Alicia in wonderland” me pudo la tentación; no me cansaba de probarme modelitos, en función de cómo me sentía con ellos se engrandecía o se empequeñecía mi ser. Desilusionada por no poder saciar mi sed de caprichos -debía conformarme tan sólo con ser propietaria de aquellas joyas por minutos- decidí entretenerme observando la decoración y la distribución de las tiendas. Flores, rayas y colores pastel reinaban en aquellos ostentosos lugares; pasear por la gran avenue hacía que una retrocediera en el tiempo. Cansada de conocer nuevas tendencias, rodeada de modelitos veraniegos, decidí volver a casa dado que la señorita báscula esperaba ansiosa nuevas noticias. En ese momento me percate de la presencia de un nuevo local “Quiérete”, quede perpleja ante tal mandato dado que ser trataba de una tienda de cosmética, de esos lugares donde se venden cremas reductoras, antienvejecimiento, anticelulíticas, se realizan masajes, depilaciones... ¿Se trataba de publicidad subliminal? O tal vez había una pequeña errata “pronominal” en el cartel, debería denominarse “Quiérelos” o “Formas parte del rebaño” o simplemente “convencionalismo social, aquí dentro”. Probablemente hubo una confusión, en un principio tenían la intención de abrir una pastelería o algo por el estilo, en ese caso era comprensible el letrero “Quiérete” experimenta el placer de degustar un delicioso pastel de frutas con virutas de chocolate, croissants recubiertos de cremoso chocolate blanco, donuts de azúcar glass, etc; un banco de calorías vamos.

He aquí los efectos de la crisis, no permiten renovar el cartel a unos humildes tenderos. Rubens se removería en su tumba si conociera la situación, con lo bellas que eran Sus Gracias. Bueno os dejo que tengo hora con la esthéticienne , temo que mi pareja me deje o mis amigas me excluyan por tener vello en las piernas…

lunes, 17 de mayo de 2010

El gran hallazgo.


El otro día, descubrí que los hombres también lloran. Sí señoras, parece ser que en ellos también habita un tierno ser, capaz de derramar pequeñas gotas de una especie de líquido salado llamado lágrimas . Tenía entendido, desde muy pequeñita, que las únicas “blandas” que mostraban sus sentimientos a flor de piel éramos nosotras, las mujeres; aquellas que llorábamos cuando la pareja nos dejaba; o cuando un amigo nos traicionaba; o simplemente cuando nos sentíamos solas... Pero parece ser que la especie opuesta -los varones- también lloran.

Nos remontamos al domingo día 16, cuando el Barça ganó la Liga, miles y miles de hombres salieron a las calles eufóricos, con síntomas
posplañideros: ojos hinchados, pestañas pegajosas, nariz irritada, bolsillos abultados (llenos de pañuelos, instrumento cuya utilidad era ocultar sus lados más femeninos). Habían estado llorando como magdalenas porque sus queridos ídolos habían ganado la esperada Liga, ni que les fuera la vida en ello. Tal vez, de la derrota o la victoria de su equipo dependía sus futuros, que ganará el Barça suponía el fin de nuestros males: liquidaremos la crisis, el agujero de la capa de ozono disminuirá, desaparecerá la pobreza en el tercer mundo, encontraremos las curas de todas las enfermedades habidas y por haber...

Al fin y al cabo, hemos podido comprobar que no somos tan distintos los hombres de las mujeres; ambos demostramos nuestros sentimientos llorando. Unas lloran por la crueldad de un mundo severo y otros por la victoria de un equipo de fútbol. Si el sexo “varonil”
sigue así ya mismo los vemos planchando, teniendo hijos, haciendo la compra, etc. Una nueva especie se hará con la faz de la tierra.